«Kim Ki-duk. Habrá que quedarse con el nombre de este bendito señor, porque es un genio. Creo que no voy a saber hablar de esta peli sin parecer que exagero y saco las cosas de quicio. Con "La isla" ya me había robado el corazón y, a pesar de las "desgarradoras" imágenes [...], me conmovió hasta el punto de "necesitar" verla una segunda vez en el cine. Me cauti-vó... El viernes, cuando vi que habían estrenado otra de sus pelis, me puse muy contenta. Yo no sé qué tiene el cine oriental que transmite tantas co-sas con tan poco. Yo no sé qué tiene Kim dentro de la cabeza que te transporta, te rapta, te atraviesa el alma con muchas imágenes, poca música y menos palabras. Y es que, a cualquiera con un mínimo de sensi-bilidad le va a golpear esta peli un poco más arriba del estómago y se le va a quedar ahí un buen rato. A Kim le gusta el agua y la usa de modo ex-cepcional (reflejos, brillos, etc...). A Kim le gusta el silencio y callando lo dice todo. A Kim le gustan los colores y el color sirve para explicar co-sas... Hay cosas bonitas, hay cosas preciosas, hay cosas bellas y hay cosas como esta peli. Y la historia es simple y sencilla: el aprendizaje de un hombre a lo largo de las diferentes estaciones y las diferentes etapas de su vida. Una historia que me pareció de lo más actual, muy cercana en su violencia a nuestra sociedad, desgraciadamente. Pero bañada de una sabiduría inalcanzable, admirable y perfecta. Es algo puro... muy puro. Tan puro como vosotros o yo. Yo aprendí algo viendo esta peli: no se puede huir de uno mismo. ¡Todo el mundo a verla!»
5 estrellas
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