A veces ocurre que uno se topa con una película que marca su vida. Porque aunque obras maestras hay muchísimas en la historia del séptimo arte, seguramente podemos contar con los dedos de una mano aquellas que supusieron un punto de inflexión en nuestra forma de entender el cine, o incluso la vida misma.
Blade Runner" ha sido considerada en diversos circuitos de críticas especializadas como una de las mejores obras del género de la ciencia ficción y también está presente en muchas listas que la incluyen como una de las 100 mejores películas de la historia del cine.
En el momento de su realización entre 1981 y 1982, la compañía Warner Brothers invirtió cerca de 24 millones de dólares en su producción, una cifra sobredimensionada para la época, en la que Ridley Scott sobrepasó todos los presupuestos iniciales, razón que llevó a que en su momento fuera despedido, pero luego reincorporado nuevamente, para su proceso final.
Desafortunadamente en su exhibición en Estados Unidos no fue un gran éxito de taquilla, ya que solo en este país pudo recoger 14 millones de dólares, a pesar de que tenía al director de la impactante película de terror "Alien" y a la gran estrella del momento, el norteamericano Harrison Ford, quien venía de realizar grandes éxitos de público como las dos primeras partes de "La guerra de las galaxias" y la primera parte de la saga de "Indiana Jones".javascript:void(0)
Fue finalmente el tiempo el que dio la última palabra sobre la magnitud de esta obra. Cuando los primeros espectadores esperaban una función llena de grandes efectos, persecusiones y enfrentamientos como en las películas anteriores de su director y protagonista, "Blade Runner" presentó una visión futurista de la humanidad muy triste y sombría, técnicamente avanzada pero espiritualmente vacía. Fuera de Estados Unidos si tuvo un gran reconocimiento, especialmente en Inglaterra donde ganó sin discusión en los premios de la Academia Británica de las Artes del Cine y la Televisión BAFTA en las categorías de mejor cinematografía, diseño de vestuario y dirección de arte.
Poco a poco comprendemos que ese asombroso discurso final de Rutger Hauer es, además de fascinantemente poético, una reflexión brillante sobre la fugacidad de la vida y la insoportable levedad del ser. Que Nietszche se esconde tras la escena en que Roy “mata a Dios”, su Dios particular: el de la biomecánica, y él, reflejo del superhombre, ocupa su lugar. Que vislumbramos a Descartes cuando Pris le contesta a J. F. Sebastian “Pienso, luego existo”, demostrando irrefutablemente que tiene tanta entidad y valor como cualquier ser humano y dando a la vez el argumento definitivo por el cual todo replicante tiene derecho a la vida. Y que hasta Platón y su Mito de la Caverna subyacen en el personaje de Rachel, quien se halla prisionera de falsos conocimientos, ajena a la verdadera realidad - pues sus recuerdos, que ella cree propios, no son sino implantes.
Además de todo ese sustrato filosófico se tratan temas tan accesibles y universales como la soledad – que acecha, sobre todo, a J. F. -, la libertad arrebatada, la identidad del ser – extrapolemos interrogantes del caso de Rachel: ¿vivimos nuestras propias vidas o estamos sujetos a los moldes que otros han creado? -, la irracionalidad de la discriminación – puede que, después de todo, uno esté hecho de la misma madera que aquello que odia (Deckard --> El unicornio, el brillo en los ojos, ‘kinship’…) -, la ética frente al avance genético… y, por qué no, el amor, inherente a la naturaleza de cualquier ser vivo – humano, o replicante -.
A lo mejor la luz que brilla con el doble de intensidad dura la mitad de tiempo. Pero deja una cicatriz en nuestra retina. Si algo queda tras la destrucción de los soportes, de los “looks”, de los diseños, de las estéticas temporales, que siempre pasan, estará en Blade Runner, seguro. No sé lo que es. Pero sé que lo tiene y sé que nunca se perderá en la lluvia.
"Yo, he visto cosas que vosotros no creeríais, atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir". Roy Batty