lunes, 10 de diciembre de 2012

Horizontes Perdidos (1937)



Sinopsis: Varios pasajeros, entre los que se encuentra un joven diplomático inglés, sobreviven a un accidente aéreo en el Himalaya. Cuando creen que la muerte es inevitable, son rescatados por los habitantes de Shangri-La, una idílica y utópica comunidad que vive oculta en el Tíbet. Mientras la II Guerra Mundial amenaza al mundo, ellos descubrirán un lugar donde la gente vive feliz y sin envejecer.
 


A veces, cuando carecemos de la voluntad para iniciar la búsqueda de aquello que tanto soñamos, el destino se las ingenia para llevarnos a rastras hacia el encuentro con nuestros ideales. Y esto sucede, cuando en el interior de nuestro ser, se manifiesta una fuerte ebullición que nos impulsa incesantemente contra toda atadura que pueda retenernos.

Lo que deseamos es más poderoso que lo que hacemos, lo que sentimos es más diciente que lo que expresamos con palabras, y lo que se realiza es lo que se manifiesta en lo profundo de nuestras entrañas. El universo es complaciente, se reacomoda siempre para ajustarse a nuestros pensamientos.

Robert Conway, es un hombre de mundo, aspira a ser ministro del interior de Inglaterra, ha escrito varios libros y parece tenerlo todo, al menos en lo que a lo terrenal se refiere. Pero, lo que escribe va en contravía con lo que vive, y ha llegado a sentir que “hay momentos en la vida de cada hombre en los que se vislumbra lo eterno”.

 Así, cuando en 1935 dirige la evacuación de unos compatriotas suyos de la ciudad de Baskul, China, que se encuentra en estado de guerra, el avión en el que él viaja con los últimos cuatro pasajeros, cambia de repente su dirección y el grupo termina en las heladas montañas del asombroso Tíbet. Rescatados, casi de inmediato, por unos extraños pero amistosos guías, ellos se sorprenden cuando son llevados a un lugar magnífico conocido como Shangri-La. Y allí comenzará la renovación y el reencuentro con la realidad que todos soñamos. Shangri-La posee la fuente de la eterna juventud, porque allí el tiempo se detiene, no por lo que se come ni por lo que se bebe, sino solamente porque se alcanza la armonía y se ausentan los conflictos.

 El nombre tuvo su origen en la novela “Horizontes Perdidos” que escribiera el inglés James Hilton en 1933, y luego trascendió para identificar algunos lugares, diferentes organizaciones espirituales y grupos artísticos de varias partes del mundo. Y el sitio descrito por Hilton, se inspira en Sambhala, la mítica ciudad del Tíbet que se considera escondida en las montañas del Himalaya, y la cual muchos imaginan como la morada del Creador, un lugar donde se vive y se manifiesta la voluntad de Dios.

La experiencia de Conway lo marcará para siempre, y para nosotros, es un acceso a una intención de vida que debería dejar honda huella en nuestros corazones. Pues, la presencia de seres como el padre Perrault, transformado en el longevo Gran Lama, o la de Chang, el anfitrión de los visitantes, contiene una honda sabiduría que penetra hasta encontrarse con ese ser sagrado que todos llevamos dentro.

No tenemos que seguir siendo como “un niño que silba en la oscuridad”. Podemos convertirnos en poderosas fuentes de luz que un día iluminen muchos caminos.

Con “Horizontes Perdidos”, Frank Capra ha hecho otro de esos filmes que perdurarán para siempre.

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A propósito de Schmidt (2002)



Sinopsis: Warren Schmidt (Jack Nicholson) se acaba de jubilar y se siente completamente desorientado. Además, no puede soportar la idea de que su única hija (Hope Davis) se case con un necio. Por si esto fuera poco, su mujer muere repentinamente. Tratando de darle algún sentido a su vida, decide emprender un viaje en busca de sus raíces. Después de cruzar el estado de Nebraska en caravana, llega a Denver, la ciudad donde vive su hija. Tras conocer a la familia del novio, tendrá todavía más razones para intentar que rompa su compromiso. Mientras tanto, mantiene una relación epistolar con un huérfano de seis años que vive en Tanzania y al que acaba de apadrinar.














Warren Schmidt (Jack Nicholson) se encuentra en varias encrucijadas al mismo tiempo. Se acaba de jubilar, su única hija está a punto de casarse y su esposa ha muerto repentinamente. Sin trabajo, sin esposa y sin familia, intenta desesperadamente dar algún significado a su vida. Entonces decide emprender un viaje, cruzando el estado de Nebraska hasta llegar a Denver. A lo largo de su viaje comparte sus impresiones con un inesperado nuevo amigo, un niño huérfano de seis años de Tanzania.

Para Warren Schmidt su vida comienza a dejar de tener sentido desde el día siguiente a su retiro, por lo que entra en una crisis existencial que lo hace cuestionarse sobre cuál ha sido su aportación al mundo en general. En una sociedad como la actual, en la que las personas que llegan a las seis décadas son consideradas prácticamente como improductivas, y en la que es sumamente difícil encontrar trabajo, se enfrentan entonces a un problema aun mayor: qué hacer con su vida.

“About Schmidt” es un retrato de un hombre común y corriente que se acerca al final del camino aún con una gran cantidad de preguntas para las que no encuentra una respuesta satisfactoria, de lo que es envejecer y sentirse perdido en una abrumadora soledad de emociones, en las que las preguntas que frecuentemente se vienen a la cabeza son aquellas relacionadas con el legado que se deja para la posteridad, el saber si nuestra existencia ha servido para algo o para alguien.

Quien lleva todo el peso de la película es Jack Nicholson, quien realiza una soberbia actuación que bien pudiera valerle un Oscar. Muestra una energía que quizá nunca se le había visto, expresando la ternura y la compasión, al mismo tiempo que el respeto por su personaje. Solamente basta la conmovedora escena final de la película para darse cuenta de lo que es capaz de hacer. En verdad su actuación es extraordinaria. “About Schmidt” provocan la reflexión, convirtiéndose en un retrato de lo difícil que es envejecer con dignidad, sabiduría, sabiendo que nunca es tarde para dejar algo a la posteridad.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Ella y su gato (1999)

Makoto Shinkai se ha convertido, con todo merecimiento, en la gran promesa del anime actual. Un autor que crea un universo característico en sus obras y que, fiel a su estilo, va puliendo la narración a lo largo de su carrera. Un estilo que pretende mezclar el lenguaje cinematográfico con la poesía romántica, repleto de monólogos interiores, personajes hablando de recuerdos, del amor y la melancolía todo el tiempo... que a muchos puede parecer recargado, y a mí me parece un terreno interesantísimo por explorar, no ya por su sensibilidad (que es obvio que la tiene) sino por su propuesta de unir dos formas artísticas en una sola y contar historias que, sí, pueden resultar demasiado "sensibleras", pero tienen un aire de autenticidad, de creencia en el proyecto, que falta en muchas obras que se apuntan al carro del romanticismo tratando de despertar torpemente los sentimientos del espectador.

Shinkai roza la cursilería a cada minuto, con su narración lenta, sus frases rimbombantes y su apelación constante a los sentimientos, pero de alguna manera logra sobreponerse a las dificultades y salir ileso. Y además, convenciendo. Lo cierto es que su trayectoria, a día de hoy, aún requiere una gran prueba de fe. A falta de ver su único largometraje, "The place promised in our early days", creo que Shinkai todavía no ha explotado todo su potencial y tiene un margen de mejora inmenso. El día que logre pulir todos sus recursos narrativos y crear una obra redonda ("5 centímetros por segundo" se quedó a muy poco de eso), estaremos ante un director clave de la animación contemporánea.

¿A qué viene este rollo para hablar del corto? Bueno, "Ella y su gato" es su inicio como autor y su primer paso en ese particular estilo, con todo lo que ello implica, tanto el tremendo interés que genera esa idea, aún en desarrollo, como los fallos achacables a una forma de narrar todavía embrionaria. Precisamente por eso último no termina de cuajar, la historia va demasiado a trompicones, deteniéndose en ocasiones donde no lo necesita (la aparición de la gata aporta bastante poco) o precipitando la acción en momentos clave (el final). Sin embargo, y sorprendentemente, la obra supera en mucho a su posterior intento, la irregular y artificial "Voces de una estrella distante".

Como digo, a pesar de sus carencias merece verse, y no sólo por el convincente nivel de la animación, sino por el mismo tono de la obra, la belleza y sensibilidad artística que contiene y, en general, por ser una apuesta diferente, con un potencial tremendo por desarrollar. En resumen, "Ella y su gato" es, con todas las limitaciones propias de la falta de experiencia, un corto muy interesante y bien acabado, y sólo por eso muy recomendable. Pero, además, es una férrea declaración de intenciones de su autor y un primer paso hacia una forma única de concebir la animación, y en ese sentido, el visionado es imprescindible para todo amante de este tipo de cine.

Maravillosa, por cierto, la escena de la llamada telefónica. Cómo pueden dos planos fijos, sin más palabras que las de la narración pausada del relato, decir tanto...
spoiler:


jueves, 30 de agosto de 2012

Biutiful (2010)



Retrato de la vida de Uxbal: padre abnegado e hijo desamparado. Intermediario de la sombra. Próximo a los desaparecidos. Atraído por los fantasmas. Sensible a los espíritus. Superviviente en el corazón de una Barcelona invisible. Sintiendo que la muerte le ronda, intenta encontrar la paz, proteger a sus hijos, salvarse a sí mismo. La historia de Uxbal es sencilla y compleja, al igual que nuestras vidas de hoy.

 

 Biutiful, es la nueva película de Gonzalez Iñarritu, la primera que escribe, dirige y produce sin la impagable colaboración en la escritura del prestigioso guionista Guillermo Arriaga, sus egos se enfrentaron tras Babel, y sus diferencias se hicieron irreconciliables, por suerte antes nos dejaron un puñado de grandes películas, supongo que es lo que pasa cuando coexisten en el mismo plano un gran director con alma de guionista y un excelente guionista con alma de director.

Iñárritu se separa un poco de las historias cruzadas y corales, para centrarse en la vida de Uxbal, en cuyo pellejo de mete Javier Barden como si actor y personaje se fundieran en la misma persona. Quien es Uxbal? dificil responder... complejo personaje, ambivalente, contradictorio , padre abnegado y cariñoso, esposo impasible de una mujer inestable y bipolar, hermano incomprendido y engañado , hijo sin padres, buscavidas, ex-yonki, delincuente, samaritano, intermediario de la inmigración ilegal, y para completar tan poliédrico cuadro un lucrativo vidente con poderes extrasensoriales. Un felino herido de muerte que sobrevive en una jungla de asfalto, donde la decadencia, la corrupción y la miseria están presentes una sucia Barcelona suburbial, algo así como el espejo cóncavo y grotesco de la sosa y complaciente Vicky Cristina Barcelona.

Y es en este ambiente infrahumano, sórdido y putrefacto donde este Dante se sumerge en los infiernos de la ciudad condal, para mostrarnos con una infinita "fealdad" (irónico titulo) todo lo que rodea a Uxbal, antihéroe que ve como su malvivir cambia cuando se convierte en un muerto en vida que espera su final, y es ahí donde encuentra sentido a su miserable existir e intenta una desesperada redención final.

Entiendo que lo que me cuentan es excesivamente desagradable y sórdido (lugares sucios e inmundos, personas desaseadas y enfermizas, metáfora de lo corrupto y decrepito de esta sociedad inhumana),que refleja una realidad parcial de la vida, pero a la vez terriblemente real y creíble; y entre el drama y la muerte, en contadísimas ocasiones se nos abre una pequeña ventana a la esperanza.

Sin desvelar nada, el final es duro, pero a la vez esperanzador, simple...emociónate, y lo cuenta sin caer en el mayor pecado de este cineasta, su ambición por trascender y cierto gusto por la grandilocuencia, pero aquí es sutil, llano, casi anecdótico, haciendo natural y leve lo inevitable a enfatizar este ambiente contaminado y desolador, contribuye las música que compone maravillosamente Gustavo Santaolalla, desgarrando el alma en esos acorde de guitarra estremeciendo ,creando una notas tan frías, sórdidas y desapacible como es la cruda historia que se nos cuenta. Una BSO terriblemente bella.

En fin, una historia en carne viva, dura, asfixiante, a la vez necesaria y sin fisuras, que debería verse con el estomago cerrado y el corazón abierto para ser desgarrado por el agudo bisturí de ese cronista de la miseria humana que es Alejandro González Iñárritu.

Shame (2011)

Sinopsis: Brandon (Michael Fassbender) es un apuesto treintañero neoyorquino con serios problemas para controlar y disfrutar de su agitada vida sexual. Obesionado con el sexo, Brandon se pasa el día viendo páginas pornográficas, contratando prostitutas y manteniendo relaciones esporádicas con solteras de Manhattan. Un día aparece su hermana menor Sissy (Carey Mulligan) en casa sin avisar con la intención de quedarse unos días en su apartamento.

 

 Steve McQueen dejó su nombre con tinta imborrable en la historia de los grandes debuts de la historia del cine son su notable "Hunger" y con "Shame" no hace nada más que confirmar lo que ya sabíamos: que por sus venas no hay sangre, sino celuloide. Tras contarnos la historia de Bobby Sands y uno de los dramas carcelarios más fascinantes que se han rodado, ahora lo que hace es hablarnos de Brandon, un adicto al sexo que vive la vida que le da la gana hasta que un factor externo -la aparición de su hermana, Sissy- hace que las cosas comiencen a cambiar.

La "vergüenza" a la que alude su título original no deja de ser el punto de partida porque lo que nos cuenta McQueen es un viaje de ida -y no vuelta- hacia los infiernos. Michael Fassbender interpreta al protagonista con tanta convicción como lo hiciera en "Hunger" y consige arrastrarnos. Primero le envidiamos por ser un playboy que se liga a cualquiera que le venga en gana y poco a poco vamos frustrándonos a medida que el círculo se estrecha, llegando a costar respirar. Su interpretación es superlativa (merecidísimo premio en Venecia) pero no es el único: lo que hace Carey Mulligan es impresionante. Se desvive para dar vida a su personaje, gesticula, se mueve y habla como si estuviese poseída por el alma de éste, no interpreta; vive. Hay un momento concreto en el que canta una canción ("New York, New York"), la cámara se queda en un plano fijo durante casi toda la actuación y es imposible no enamorarse de ese bello rostro y esa voz, imperfecta pero extrañamente melancólica. Tampoco le faltan escenas dramáticas (como en "Hunger", aquí hay una conversación clave que hace evolucionar todo lo demás) pero es que en general "Shame" es una película superlativa que se encuentra, como pasaba con "Hunger", entre lo mejor que se ha hecho en su año (vamos, en 2011).

 

 No quiero olvidarme de mencionar la soberbia dirección de Steve McQueen, que se luce en todos y cada uno de los segundos del filme. Emplea todo tipo de técnicas para transmitirnos lo que siente su personaje y abundan los planos secuencia, los juegos de montaje en paralelo, la elección de la música en ciertos momentos para complementar a la imagen; un soberbio trabajo de fotografía completa el "pack" que se llama "Shame" y cuya única "vergüenza" sería que no fuese disfrutada completamente por tener algún momento subido de tono que pueda impedir, a según quién, que detrás de cada imagen hay un mensaje, una idea, un objetivo. Junto a "Tree of Life" y a fecha de hoy, es la mejor película del año. Imposible de obviar.

jueves, 16 de febrero de 2012

Blade Runner - Director's Cut (1992)



A veces ocurre que uno se topa con una película que marca su vida. Porque aunque obras maestras hay muchísimas en la historia del séptimo arte, seguramente podemos contar con los dedos de una mano aquellas que supusieron un punto de inflexión en nuestra forma de entender el cine, o incluso la vida misma.


Blade Runner" ha sido considerada en diversos circuitos de críticas especializadas como una de las mejores obras del género de la ciencia ficción y también está presente en muchas listas que la incluyen como una de las 100 mejores películas de la historia del cine.

En el momento de su realización entre 1981 y 1982, la compañía Warner Brothers invirtió cerca de 24 millones de dólares en su producción, una cifra sobredimensionada para la época, en la que Ridley Scott sobrepasó todos los presupuestos iniciales, razón que llevó a que en su momento fuera despedido, pero luego reincorporado nuevamente, para su proceso final.

Desafortunadamente en su exhibición en Estados Unidos no fue un gran éxito de taquilla, ya que solo en este país pudo recoger 14 millones de dólares, a pesar de que tenía al director de la impactante película de terror "Alien" y a la gran estrella del momento, el norteamericano Harrison Ford, quien venía de realizar grandes éxitos de público como las dos primeras partes de "La guerra de las galaxias" y la primera parte de la saga de "Indiana Jones".javascript:void(0)

Fue finalmente el tiempo el que dio la última palabra sobre la magnitud de esta obra. Cuando los primeros espectadores esperaban una función llena de grandes efectos, persecusiones y enfrentamientos como en las películas anteriores de su director y protagonista, "Blade Runner" presentó una visión futurista de la humanidad muy triste y sombría, técnicamente avanzada pero espiritualmente vacía. Fuera de Estados Unidos si tuvo un gran reconocimiento, especialmente en Inglaterra donde ganó sin discusión en los premios de la Academia Británica de las Artes del Cine y la Televisión BAFTA en las categorías de mejor cinematografía, diseño de vestuario y dirección de arte.


Poco a poco comprendemos que ese asombroso discurso final de Rutger Hauer es, además de fascinantemente poético, una reflexión brillante sobre la fugacidad de la vida y la insoportable levedad del ser. Que Nietszche se esconde tras la escena en que Roy “mata a Dios”, su Dios particular: el de la biomecánica, y él, reflejo del superhombre, ocupa su lugar. Que vislumbramos a Descartes cuando Pris le contesta a J. F. Sebastian “Pienso, luego existo”, demostrando irrefutablemente que tiene tanta entidad y valor como cualquier ser humano y dando a la vez el argumento definitivo por el cual todo replicante tiene derecho a la vida. Y que hasta Platón y su Mito de la Caverna subyacen en el personaje de Rachel, quien se halla prisionera de falsos conocimientos, ajena a la verdadera realidad - pues sus recuerdos, que ella cree propios, no son sino implantes.

Además de todo ese sustrato filosófico se tratan temas tan accesibles y universales como la soledad – que acecha, sobre todo, a J. F. -, la libertad arrebatada, la identidad del ser – extrapolemos interrogantes del caso de Rachel: ¿vivimos nuestras propias vidas o estamos sujetos a los moldes que otros han creado? -, la irracionalidad de la discriminación – puede que, después de todo, uno esté hecho de la misma madera que aquello que odia (Deckard --> El unicornio, el brillo en los ojos, ‘kinship’…) -, la ética frente al avance genético… y, por qué no, el amor, inherente a la naturaleza de cualquier ser vivo – humano, o replicante -.

A lo mejor la luz que brilla con el doble de intensidad dura la mitad de tiempo. Pero deja una cicatriz en nuestra retina. Si algo queda tras la destrucción de los soportes, de los “looks”, de los diseños, de las estéticas temporales, que siempre pasan, estará en Blade Runner, seguro. No sé lo que es. Pero sé que lo tiene y sé que nunca se perderá en la lluvia.

"Yo, he visto cosas que vosotros no creeríais, atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir". Roy Batty

La identidad del antihéroe:

Cuando Deckard se escurre de la viga, Roy (Rutger Hauer) lo agarra del brazo y grita "Kinship!" (parentesco, lazo de sangre). Curiosamente, no aparece la palabra ni su traducción en los subtítulos.

¿Por qué nos cuesta tanto aceptar que Deckard pueda ser un replicante?

- En el libro de Philip K. Dick, no lo es.
- En la versión inicial de la película, en ningún momento se sugiere que pudiera serlo.
- Harrison Ford asume el papel de un policía con graves problemas de conciencia pero su personaje nunca es inhumano. En palabras de Nietzsche, yo diría que es humano, demasiado humano.
Y...

- Ahí está la ensoñación del unicornio, con trazas de ser un sueño recurrente del blade runner. Las fotos, los recuerdos.
- La figurita dejada por Gaff (Edward James Olmos) en el apartamento da a entender que conoce los secretos más íntimos de Deckard. ¿Cómo es posible, si apenas lo ha tratado? ¿Ha consultado acaso los archivos que contienen el misterio de su identidad?

Tal y como queda todo en la versión definitiva, no albergo dudas acerca de que Scott quiere decirnos que Deckard sí es un replicante.

El "Kinship!" agónico de Roy tampoco admite polisemias.

Otra cosa es que eso encaje en la impresión que nos produce el personaje.

lunes, 13 de febrero de 2012

El quimérico inquilino (1976)



Después del gran éxito de su particular revisión del género negro, "Chinatown", Polanski se atrevió con una propuesta más modesta y radical, "El quimérico inquilino". Adaptación de una novela del dibujante, ilustrador, dramaturgo y novelista Roland Topor, esta película muestra numerosas similitudes con "Repulsión", otra de sus obras mayores. Un viaje a la locura a través del esperpento que se oculta tras la convención que toda sociedad erige para defenderse de sus propios demonios.

"El quimérico inquilino" cuenta el descenso a los infiernos de Trelkovsky, un personaje tímido, cordial, interpretado por el mismo Polanski, en el momento que alquila la habitación donde Simone Schoule (Dominique Poulange) vivió antes de lanzarse por la ventana. La presencia cada vez más inquietante del resto de los vecinos, monstruos de anodina apariencia, mezquinos ejemplares de la bellaca moral imperante, provoca en el protagonista una angustia que le lleva a proyectar sus miedos sobre una realidad que siente como hostil. Trelkovski queda preso de un mundo irreal, enfermizo, de atmósfera turbadora, aterradora...

Polanski ha conseguido conjugar en esta magnífica película los aciertos de la novela original con otros más personales. Bien es cierto que las afinidades entre él y Topor, ambos polacos de nacionalidad francesa que tuvieron que enfrentarse a los horrores del nazismo, son numerosas. Pero Polanski no era por aquel entonces un mero y anodino ilustrador. Al contrario que en su adaptación de "Oliver Twist", académica y encorsetada, el director de "El baile de los vampiros" consigue en "El quimérico inquilino" una película cuyos innegables méritos deben ser en buena parte atribuidos al inmenso talento que despliega tanto en su complejidad descriptiva como en la capacidad para crear texturas absorbentes. A través de una visión surrealista, siniestra, rebosante de cinismo y humor negro, Polanski potencia las obsesiones creativas de Topor con las suyas propias y le da a su película un tono de profundo delirio, de belleza salvaje y ponzoñosa, de fascinante imaginería psicoanalítica sólo comparable a la ya mencionada "Repulsión" y "Cul de sac".


La simbología que derrocha "El quimérico inquilino" ayuda a tejer la urdimbre que atrapa y devora a Trelkovsky. Los agujeros, rendijas, aberturas de todo tipo, señalan las puertas a un más allá que se agazapa en los rincones de la cotidianeidad de la habitación. Extrañas figuras de hombres y mujeres aparecen, quietas, rígidas, como fantasmas de cera, en el interior del inquietante retrete decorado con jeroglíficos egipcios donde Simone Schoule se quita las vendas... presencias invisibles, intangibles, pero no corpóreas, hacen acto de presencia. Se desbordan las fronteras que separan lo fantástico de lo real y el espectador empieza a compartir con el protagonista la misma zozobra existencial...

"El quimérico inquilino" es una de las obras maestras del cine europeo, única en su capacidad para cautivar a través de un turbador ejercicio de maestría fílmica , de la música alucinógena de Philippe Sarde y de una fotografía de colores sucios, agresivos, de Sven Nykvist, colaborador de Bergman y Tarkovsky.