martes, 31 de marzo de 2009

El viaje de Chihiro (2001)



Cuando uno se halla ante una de esas películas excepcionales que sólo se dan en contadas oca-siones, como un obsequio supremo caído del cielo –y ésta es, indudablemente, una de ellas–, se en-cuentra con que las palabras se le quedan cortas, o se han usado tan indiscriminadamente con anterioridad, que se ha devaluado su pleno significado y ahora resultan inservibles para trasladar al lenguaje escrito la extraordinaria impresión que me ha causado este prodigioso film.

El veterano maestro japonés Hayao Miyazaki, que tiene a sus espaldas trabajos tan ilustres como "La princesa Mononoke", "Porco Rosso", "Nausicaä" o "Mi vecino Totoro", se ha superado a sí mismo llevando hasta límites inimaginables su visión inquieta, su gran pericia en el oficio y su inagotable capacidad inventiva. Ha puesto todo su corazón en ello y nos lo ha robado a nosotros, sin derecho –ni solicitud por nuestra parte– de devolución.






Se hace imposible –así, tal cual, letra por letra, y con toda la rotundidad que ofrece el término– encontrar un solo defecto, un solo elemento prescindible o simplemente mediocre, en esta colosal obra de facturación y calibre irreprochables. "El viaje de Chihiro" es una maravilla genuina, divertida y chispeante, donde nada falta y nada sobra, que te obliga a permanecer con la boca abierta y los ojos como lunas durante sus 122 minutos de duración, tal es su apabullante poder sorpresivo y su fecunda originalidad.

Se hace igualmente imposible no caer rendido de soberana admiración ante el en todo momento iluminadísimo desempeño que han llevado a cabo Miyazaki y su equipo, producto no sólo de su maestría en los pormenores artísticos y técnicos de la animación, sino de su ingenio, talante y talento creativos en la fabulación de esta arrolladora historia y en el diseño de los magníficos personajes que la pueblan.

No debo ni quiero hablarles con demasiado detalle sobre este enérgico derroche de imaginación y humanidad antes de que hayan podido verlo por sí mis-mos: han de disfrutarla y, sobre todo, descubrirla con sus propios sentidos, sin más. Porque "El viaje de Chihiro" no es simplemente una buena película; ni siquiera es la mejor película de la prolífica carrera de Miyazaki; tampoco esta-mos delante de la mejor cinta animada de los últimos años. No. Sus proporciones la convierten en la mejor película –animada o real– que recuerdo haber visto en mucho, mucho, muchísimo tiempo. Irrepetible. Pluscuamperfecta. GRACIAS HAYAO MIYAZAKI.

Obra maestra

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