lunes, 23 de febrero de 2009

Avalon (2001)



¿Una película "de arte" sobre un juego de realidad virtual? Por extraño que parezca a los amantes del cine artístico, o que pretende serlo, Avalon demuestra que no es necesario abordar temas trascendentes, como la sed de infinito o la inmortalidad del cangrejo, para hacer cine serio. Tal vez en manos de otro director esto resultaría risible, pero cuando el responsable es Mamoru Oshii, el creador de Ghost in the Shell (anime copiado por los hermanos Wachowski en Matrix) se puede esperar algo cuando menos interesante.
El argumento podría ser el de cualquier cinta de acción hollywoodense. En un futuro cercano, donde el pasatiempo favorito de muchos es Avalon, un juego ilegal de guerra virtual, Ash (Malgorzata Foremniak) es una de las mejores. Como ex-integrante del legendario equipo Wizard ya tenía fama de ser una jugadora excepcional, ahora que pelea sola la admiración de los otros practicantes del juego no ha hecho sino aumentar. Sin embargo, existe un problema. En sus más reciente incursiones en el juego Ash ha notado la presencia de un misterioso guerrero que la sigue y que parece retarla, empleando tácticas aún más arriesgadas que las de la mujer.
Tras un encuentro casual con Stunner (Bartek Swiderski), otro antiguo integrante de Wizard, éste le indica que ese guerrero es la clave para acceder al misterioso nivel Clase A Especial, que para muchos es un simple rumor pero que otros creen que es el verdadero objetivo de Avalon. Buscar la clave para entrar a la Clase A Especial conlleva serios peligros. Además de colocar al que lo busca en la nada envidiable posición de ser perseguido por otros equipos ansiosos de encontrar la clave, existe el riesgo de que al buscar este nivel secreto del juego el regreso sea imposible. Hay un grupo considerable de ex-jugadores llamados Unreturned, que fueron incapaces de salir de Avalon y ahora vegetan en hospitales. Mientras combate dentro del juego, Ash se pregunta por los motivos de Stunner para hablarle de la Clase A Especial hasta encontrar la respuesta al enigma del Fantasma y las Nueve Hermanas de Avalon.

Este argumento, que podría ser tan convencional como el de la última superproducción con Arnold Schwarzenegger, le sirve a Mamoru Oshii para contar algo tan alejado del cine de acción que los que esperen emociones fuertes pueden salir decepcionados. Avalon tiene un ritmo lento, donde lo más importante es la forma en que Ash percibe su entorno, que sólo es interrumpido ocasionalmente por secuencias de combate. A pesar de esto, quienes están en mejores condiciones de entender y apreciar lo que Mamoru Oshii intentó en Avalon son precisamente los que gustan de los juegos de video. Para los que no somos tan afectos a pasar horas frente a una consola, esta cinta tiene otros atractivos.
El principal es el aspecto visual de la película. Oshii filmó en Polonia, sacando provecho de la arquitectura europea y de la disposición del ejército polaco para proporcionar soldados, tanques y helicópteros, y a continuación aplicó los más recientes avances de la tecnología CGI para dividir lo que vemos en pantalla en diferentes niveles de realidad. El mundo que Ash habita es tan gris y monótono que es enteramente comprensible que ella busque evadirse en la violenta realidad de Avalon, donde la muerte puede llegar en cualquier momento pero que al menos resulta emocionante. Oshii acentúa la soledad de Ash ubicando al personaje en calles desoladas, donde los habitantes ajenos al juego aparecen como meras sombras. Ash no intenta entrar en contacto con nadie que no sea uno de sus antiguos compañeros y su única oportunidad de mostrar afecto está en el perro con el que comparte su departamento.

La decisión de filmar en Polonia obviamente obedeció a razones presupuestarias. Filmar las batallas en otro país hubiera elevado los costos, pero esta circunstancia mejora la sensación de irrealidad debido a que los actores polacos hablan en su idioma, no en inglés o en japonés para facilitar la exhibición de la cinta. Esto hace que los diálogos reafirmen la otredad de la escenografía y las situaciones, al ser dichos en un idioma que resulta extraño para la gran mayoría de los espectadores.
Avalon no es una cinta que va a satisfacer a todos. A muchos seguramente les molestará que los motivos de los personajes nunca queden claros. A otros les parecerá que el final es anticlimático, aunque hay que aplaudirle al guionista Kazunori Ito la hacer que la historia termine durante un recital en el que intervienen una soprano y una orquesta. Así como hay que darle las gracias a Kenji Kawai por la banda sonora, que también incluye información importante sobre Avalon.
A medida que la popularidad de juegos como Everquest se incrementa y la tecnología nos sigue sorprendiendo, la pesimista visión de Mamoru Oshii nos sirve como advertencia pero también resulta tentadora. Si el futuro que nos espera es una distopía deshumanizada podemos consolarnos pensando que será un festín para los sentidos.

4 estrellas

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